De las cuatro a las dos ruedas, la historia de los Izaguirre

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La historia de los hermanos Izaguirre, David y Juan, es una historia de pasión por el motocross. Bien podrían haberse decantado por otras disciplinas del motor, como son los coches, pero no, querían barro, saltos, roderas y campo. Los denominados en sus redes sociales como Izabrothers son muy jóvenes, pero tienen la cabeza excelentemente amueblada. 

Saben lo que quieren y los pasos que hay que dar para conseguirlos. Y todo ello llega de una planificación familiar en orden, en la que se prima la cordura por encima de todo, ya que hay que disfrutar siempre que se dé el do pecho en facetas tan imprescindibles como son los estudios. David y Marta son los padres de los protagonistas de este reportaje, que está basado en el crecimiento de pilotos, pero también de personas… porque como apuntilla en varias frases el progenitor, “les podemos poner las mejores motos, pero si no hay trabajo, esfuerzo y sacrificio quedarán los últimos. El deporte es la viva imagen de la vida diaria de cualquier persona”.  

Una vez más, y tras múltiples entrevistas con familias en el paddock, casi todo viene determinado por el orden genético, tanto en pista como en el saber estar fuera de ella…  

David Izaguirre (Madrid, 1980) siempre ha sido un adicto al olor de gasolina. Ya de bien pequeño se estrenó quemando fluidos de alto octanaje en el karting, aunque tuvo un inciso con las cuatro ruedas para dar rienda suelta a otra de sus pasiones, las motos. “Tuve un acercamiento con el motocross en los regionales, pero ya era un poco mayor y veía que me iba a romper, por lo que lo mejor fue dejarlo”. Y bien hizo, pues su mujer, Marta Pinto (Madrid, 1981) nos relata que “estuvo montando un poquito en moto de cross, pero no era lo suyo. Mejor que siguiera con los coches…(ríe)”. 

Y ahí sí que no le fue nada mal. Sumó diferentes Campeonatos de España e incluso tuvo varias incursiones a nivel internacional, como una carrera que nos destaca en Corea. No obstante, cuando llega la paternidad, el adiós a la competición en primera persona llamó a su puerta… y debió abrirla.  

“Ves que tus hijos empiezan a crecer y llega el momento de cambiar de etapa en la vida. Aún así, seguimos en lo mismo, pero de diferente manera”, admite David, quien prosigue, “empezaron con el kart, iban muy rápido, pero me decían que siempre era lo mismo. Ellos preferían salir con las motos al campo. A partir de ahí, hemos corrido todo en motocross, tanto en España como en Europa y varias veces en los Mundiales Júnior”.

Los primeros pinitos de David y Juan (Juanito en el trato corto) empiezan del mismo modo: “compramos unas motos eléctricas y les encantaban, luego unas KTM 50 y ya comenzamos a competir en el campeonato de Madrid. Juanito fue campeón de Cataluña y del Madrileño. Lo pasamos muy bien y tuvimos una experiencia muy bonita cuando tenía ocho años. Le eligieron para correr en Las Vegas y casi gana… iba primero durante toda la carrera, pero era muy pequeño y con los nervios quedó segundo…”, apuntilla un padre en el que se le puede leer el hecho de estar orgulloso mientras lo relata.

Ambos, los chavales, coincidieron en la categoría de 65cc una temporada, “lo que para mí logísticamente era mucho más fácil”. Y es que, como en la mayoría de casos, cuando los pilotos están en categorías de base es muy fácil ver a los padres haciendo de pilotos, coach, mánager y hasta de padres… pero cuando los niños crecen también lo hacen exponencialmente los ‘problemas’ y la complejidad de la situación. 

Es por ello que, para la temporada 2022, los Izabrothers y sus familiares, se han enrolado en el seno de Jezyk Racing Team, estructura que cuenta como gerente con Carlos Morchón, todo un curtido Team Manager en esto del mundo de las carreras. “David ya corre en 125cc y teníamos que hacer un cambio de mentalidad. Ahora estamos en una estructura, para nosotros Top. Además, contamos con Flow Motion, que son los números 1 en la preparación de las motos… te queda el descanso de tener la fiabilidad de que todo funciona en las carreras. Antes lo llevaba todo yo. Y, a la postre, me gusta verificarlo todo, pero son dos motos y dos pilotos y se me puede escapar cualquier cosa. Ahora empiezo a disfrutar, antes no veía carreras, porque estaba en la carpa todo el tiempo con preparativos. Ahora hay que dejarles volar un poco, para que vean cómo es la vida deportiva y la normal. Estamos en el mejor sitio posible ahora mismo y nos han acogido con un cariño tremendo”.

De eso, de la vida, hacen hincapié tanto David como Marta. Las motos y todo lo que ello conlleva “es un plan familiar fantástico, están distraídos de otras cosas, se forman como personas… al fin y al cabo la vida es una lucha, es una competición. Les puedo poner la mejor moto, pero si no trabajas acabarás el último… como en la vida. Te da unos valores muy bonitos”, relata el padre. 

A lo que, el ‘motor de la familia’, tal y como ninguno de los tres hombres duda en denominar a su madre, prosigue: “Los críos tienen carta blanca por su rendimiento en los estudios. El mayor, David, tiene mucha suerte, tiene un don añadido, es un ‘altas capacidades’, y eso le permite estudiar con mucha facilidad. El pequeño quizás necesita más, es más movido, dejémoslo ahí. Pero bueno, sabe y es consciente de que una cosa va con la otra, y se empeña, necesita más horas, pero lo saca, y lo saca bien”. 

Ella lleva desde los dieciséis con su novio primero y marido en la actualidad y ha rondado todo tipo de circuitos y paddocks. Eso sí, el glamour del asfalto de los trazados de cuatro ruedas no tiene nada que ver al polvo, la tierra y las carpas del motocross, aunque admite que se encuentra perfectamente y muy acomodada al nuevo ‘look’ de fin de semana. No esperaba que sus hijos llegaran a una cilindrada tan grande, pero cuando ya se está en 125 es momento del cambio… “ya es una categoría importante, a la que no esperaba llegar, porque yo veía a los chavales, cuando eran chiquitines y decía ‘85cc va a ser el tope; y si es posible, antes de 85 ya nos vamos a otro deporte; de motor, pero a otro, porque eso ya me da mucho miedo’. Y ahora se me ha ido de las manos, porque ya te digo que en mis planes no estaba 125. Y quizás ahora sí que sí era necesario entrar con una estructura que nos ayudara, porque dos niños, cuatro motos, Europeo, Nacional, el año pasado incluso hicimos Mundial… nosotros somos dos, no podemos con todo, y físicamente es durísimo conducir, llegar y además tener que hacer cuatro motos, lavarlas,… Así que era muy fácil, porque estando el Ganso (Carlos Morchón) con ganas, la verdad es que a nosotros nos costó muy poquito darnos cuenta de hacia dónde teníamos que ir”.

Sin lugar a duda, basta una tarde en cualquier circuito para ver que David y Juan son completamente diferentes, pero a ambos les une la sangre, obvio, y las ganas por seguir progresando sobre dos ruedas. 

David Izaguirre Pinto (15 años, Madrid) nos explica que “el motor es algo que siempre ha estado en mi familia, cuando no caían karts, pues había motos… cogimos la eléctrica primero y me molaba el salir al campo y después ya con las de gasolina, mucho mejor, y hasta aquí… poco a poco. Intenté lo de las cuatro ruedas, pero era diferente, muy aburrido”. Al hermano mayor le han tocado años de transición complicados a consecuencia de la pandemia por Covid-19 que, mal que nos pese, aún vivimos.  

Si en su primer año en 65cc era uno de los más rápidos y conseguía poles y se convertía en uno de los habituales de los puestos de podio, en el primero de 85cc todo se complicó. “Fue bastante mal, porque con lo del Covid no pudimos hacer gran cosa. Luego ya en el segundo empezamos bien, aunque sufrí salmonela y no pude continuar, por lo que decidimos comenzar con la 125cc lo antes posible para llegar bien a este año. Ahora hay que ir manga a manga, unas salen mejor que otras. Soy rápido en los tiempos, pero en carrera hay que ser más competitivos y no caerme tanto, a la vez que ser mejor en las salidas”. Paralelo a su crecimiento sobre su KTM, David está cursando Tercero de la ESO “y no tengo pensado dejar los estudios, porque me gusta y me va muy bien. Como lo llevo todo perfecto y mientras todo siga así me dejan salir para entrenar. Me gustaría estudiar algo de ciencias, medicina… aunque el sueño es vivir de esto, que ya sé que es complicado. Me gustaría llegar a ser alguien en el Mundial, para eso trabajamos y es la motivación del día a día”. Si algo tiene, y se puede sustraer de sus palabras, es las ideas claras, a la vez que plan de vida A, B y, de bien seguro, otros que irá carburando a medida que cumpla años. 

Por su parte, Juan Izaguirre Pinto (12 años, Madrid) también recibe ese plus en su escuela de poder saltarse algunas clases para dar rienda suelta a su extraescolar favorita, el motocross. “La primera vez que monté fuimos a pasarlo bien, pero me enganché y quería más y más… además veía a mi hermano competir y dije, ‘si él puede, yo también’. Y de ahí que debutara en el circuito riojano de Haro a muy corta edad. “Rápidamente fui conectando con la competición para, luego, hacer el mayor número de campeonatos posibles. Vi que era lo que me gustaba a las primeras de cambio”. Pese a que su palmarés ya empieza a ser importante, admite que “si mi hermano corre y yo no estoy más nervioso por ver cómo le va a ir. Pero si me toca salir a mi, me centro en mi pilotaje y ya sé cuáles son mis objetivos. Probé los coches, pero no, yo quería motos. Es peligroso, pero me gusta la sensación de ir en el aire… mucho más que simplemente ir rápido, en el motocross hay mucha más adrenalina y me gusta más”. Más palabras que denotan que no cuentan los años para demostrar madurez y tener los pies en el suelo. Sus ídolos y sueños… llegar a ser como Jorge Prado o Rubén Fernández, cómo no, dos cracks de casa que están dejando el pabellón muy alto y que tanto bien están haciendo por nuestro deporte. 

85, este año voy sin presión, me veo preparado, pero no me marco ningún objetivo, simplemente dar el máximo de mi mismo y a ver qué sale. Me gustaría ser alguien como Jorge Prado o Rubén Fernández.

Tanto David como Juan cuentan también con una figura importante en sus entrenamientos semanales, donde siempre acuden con su madre, Iker Larrañaga y su escuela MX Specialized. “Estamos entrenando muy bien, plan específico para cada circuito, el mejor entreno para llegar en óptimas condiciones a las carreras”, nos dicen los pilotos al unísono.

Semana a semana, los padres son los que soportan sobre sus hombros el peso del temor por las caídas, del y si… porque este deporte es, verdaderamente, peligroso. “Con miedo vas siempre y el miedo está, porque es un deporte muy peligroso en el que puedes tener caídas, que se te caiga una moto encima, etc… es lo malo de este deporte. Yo vengo de los coches, donde estás mucho más protegido con arneses, cascos, la chapa de la máquina, es poco probable lesionarte. Pero bueno, es lo que hay, puede pasar de todo en todas partes, así es la vida, convives con ello, qué vamos a hacerle… a ellos les gusta, pues que sigan, tampoco les vamos a obligar, el día que digan que ya no quieren más, pues basta”, dice David Senior. A lo que aporta Marta, “cuando vas cumpliendo años y haces un poco de bagaje de vida, a ver, esto es un deporte muy peligroso, no es una chorrada, y a mí me da muchísimo miedo, son mis hijos. Llegados aquí, básicamente a mis hijos me gustaría verlos sanos, y que, aunque haya una mala carrera, al final por supuesto que estén bien y que la enseñanza sea en positivo. ¿El techo? No lo sé. Dónde sea. Sí que siempre será con gasolina, y en el caso del motocross, me temo, sobre todo con el pequeño, así que lleguemos donde Dios quiera…”. 

Una familia más movida y promovida por el motor en general y el motocross en particular, algo que demuestra que, esto cuando lo pruebas… ya no lo dejas. 

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