Iker Larrañaga ha comenzado ya la rehabilitación para sanar su incipiente paso por quirófano a consecuencia de la caída que le dejó noqueado en el Gran Premio de Indonesia. Sin duda, el vitoriano no olvidará jamás el circuito de Pangkal Pinang, donde no sólo se luxó los dos hombros, si no el lugar que ha cortado momentáneamente su progresión. No obstante, ya ha puesto el contador a cero y su objetivo es estar en un buen estado de forma para la última carrera del Mundial en Imola y darlo todo en el Motocross de las Naciones de RedBud.
“He tenido lesiones, pero como esta, con todo lo que vino después de la caída… nunca antes había vivido algo así”, nos explica tras hacer un parón en su frenética actividad de recuperación en el Centro Fisio Reydes de Madrid.
Y es que lo que ha pasar es de traca. Intentamos resumirlo:
Iker Larrañaga se va al suelo cuando habían transcurrido cuatro giros de la primera manga en el trazado de Pangkal Pinang. “Cuando choqué con el suelo y vi que no podía levantarme por mis propios medios me di cuenta de que estaba en un lío importante. Romperte un hombro duele mucho, imagina si son los dos…”. No todo quedó ahí, pues a tal punto llegó la complejidad de la situación, que durante dos semanas la sensibilidad de su mano izquierda era totalmente nula. “Estaba asustado, porque con los nervios dañados no tenía sensibilidad en un brazo. Fue una sensación muy mala”, prosigue.
Tras varios días en un hospital indonesio, “conseguimos trasladarme a Alemania”, no sin heroicidad, pues el vuelo regular fue largo y el dolor proseguía en su cuerpo.
Una vez en Europa comenzó el baile de opiniones en cuanto a lo que era mejor para su paso por el quirófano. “Unos me decían que primero me tenían que operar de un brazo y después del otro, pero, finalmente, en un hospital de Alemania que conoce mi equipo me dijeron que en una operación lo podían hacer todo”. Tras un minucioso trabajo en la sala de operaciones, Iker Larrañaga ya contaba con sus dos extremidades en su sitio. “Pensaba que, una vez operado, como mínimo tendría algo de movilidad, pero no fue así”, aspecto que propició que, seguidamente, le hiciera una llamada a su madre para, al menos, poder ayudarle en las necesidades básicas como pueden ser el simple hecho de comer.
Los médicos, que siempre se curan en salud, pronosticaron que tenía que estar un mes con los dos brazos en cabestrillo, algo muy difícil de asimilar para un pura sangre como es vasco. Es por ello que el lunes ya inició el duro trabajo que le queda por delante. “Sé que tardaré en poder volver encima de lo moto, porque me han dado plazos muy largos… de tres a cuatro meses”. Con el objetivo de regresar con más fuerza y hambre que nunca, Larrañaga ha vuelto a aliarse con Miguel Quirós, quien ya se encargara de su recuperación de peroné el año pasado y persona de total confianza igual que “todo el equipo de Reydes”. Sesiones que pocos aguantaríamos de 12 de la mañana a 9 de la noche con un parón de una hora para comer. Su trabajo y ganas por reaparecer están constantemente en su cabeza.
Los resultados antes de viajar a Indonesia habían ido ‘in crescendo’, pese a tener que pasar por otro duro trámite de cambio de equipo. Ello había llevado al interés de alguna marca oficial por hacerse con sus favores la temporada que viene. Las cosas iban, y esperemos que no hayan cambiado mucho, por el cauce que él mismo había trazado: el mejor, fruto del interés y el faenar con tino y constancia. “Me ha cogido todo esto justo en el momento más complicado. Tenía opciones para 2019 y ahora toca mentalizarse de que hay que luchar de nuevo fuera de las pistas”. Lleva tan solo cuatro jornadas en el centro madrileño, aunque ya va notando una leve mejoría… “voy avanzando y mi objetivo es poder montar sobre la moto cuando sea posible y comenzar a sentir día a día las buenas vibraciones que me lleven otra vez al paddock del Mundial en Imola, a la vez que tener opciones de estar en RedBud con el equipo Nacional en el Motocross de las Naciones”.
Ha recibido y recibirá millones de mesajes de ánimo, pero lo que destacan con los de sus rivales tras la valla de salida, “porque muchos me vieron en el aeropuerto como estaba y al final nos ponemos todos en la piel de los otros”.
Con la mente puesta ya en objetivos reales, si algo nos queda claro es que Iker Larrañaga lo dará todo por hacernos vibrar de nuevo en este 2018 y esperamos que el azul siga siendo su color y mucho más chillón si cabe la temporada que viene… porque es uno de los grandes y lo merece.