Texto: Dani Hernández | A muchos de nosotros nos vienen a la cabeza preguntas como: ¿La práctica deportiva de nuestros hijos va en la línea correcta? ¿Estamos haciendo lo mejor para ellos? ¿Nuestro comportamiento es el más adecuado? Aunque existen multitud de factores que pueden influir en las respuestas a estas cuestiones, creo que algunos de estos factores dependen exclusivamente de nosotros y, por tanto, son los que debemos tener en cuenta para guiar nuestras acciones.
Todos sabemos de la importancia de educar a nuestros hijos y de la responsabilidad que conlleva, por ello creo que existirán pocas cosas en las que un padre ponga más interés. Sin embargo, ese mismo interés, y la indudable buena intención de cualquier padre que quiere lo mejor para su hijo, no siempre es suficiente, e incluso en muchos casos supone uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de los niños. El vínculo emocional que existe entre padres e hijos es un arma de doble filo que, por un lado, resulta tremendamente positiva para transmitir confianza, cariño o apoyo, pero por otro, nos puede llevar a sobreproteger, a las frustraciones o a focalizar en nuestros hijos nuestros sueños incumplidos.
Durante mi trayectoria como entrenador, me he encontrado a muchos padres o tutores que me comentan las debilidades de sus hijos en sus entrenamientos o competiciones: realiza malas salidas, traza de forma incorrecta, no sabe adelantar, en las salidas corta gas, no se cree que es bueno, es un inútil y no sirve para el deporte, etc. ¿De verdad pensáis que todas estas afirmaciones negativas pueden ayudar a vuestros hijos pilotos a superar sus debilidades o miedos? La respuesta es no, sino todo lo contrario, porque hacen que empeore la situación.
En contadas ocasiones me encuentro con padres que me explican los puntos fuertes o a favor que tienen sus hijos. Imagina por un momento que trabajas como camarero en un restaurante, y tu jefe en cada servicio de comidas solamente te dice lo que haces mal: no estás atento a los clientes, no llevas de forma correcta los platos, vas mal vestido, etc. Llegará un momento en que tu autoestima se verá afectada y seguramente te creará cada vez más inseguridades, y puede incluso que llegues abandonar tu puesto de trabajo.
Una situación muy parecida sucede con el caso de la moto, con el agravante de que el jefe, además de ser tu máximo referente y tu líder, es tu padre. Como hemos dicho anteriormente, un líder como es el propio padre tiene como tarea ayudar al piloto en todos los sentidos. Además, ¿de verdad crees que el piloto quiere hacerlo mal? No te quepa la menor duda de que, en el 80% de las ocasiones, pone su máximo empeño y quiere conseguir buenos resultados, pero seguramente existen bloqueos y debilidades que no le dejan y que ni el mismo es capaz de detectar.
Mi consejo es que, si quieres transmitir a tu hijo o piloto que está realizando de forma incorrecta cualquier acción o situación, no lo hagas gritando ni con palabras despectivas; tampoco abuses de las comparaciones con pilotos o con los rivales de la misma categoría; sustituye el “Juan gira la curva mucho mejor que tu” por “ tu paso por curva no es malo, pero creo en tus posibilidades y sé que puedes girar mucho más rápido”. Cuando lanzas una corrección, es importante añadir antes o después un refuerzo, ya que, aparte de conseguir corregir al piloto, lograrás que gane confianza y mejore su rendimiento.
Si una competición no ha ido como se esperaba, unas horas después o al día siguiente, sentaros y anotad en un papel en blanco las debilidades del fin de semana, pero también las situaciones que fueron positivas, y por último como se podrían resolver las debilidades comentadas anteriormente. De esta manera, en la siguiente competición seguramente no caerá tan fácilmente en los mismos errores.