Las estrellas se alinearon finalmente en 2017 para Zach Osborne, no sin una puesta en escena acompañada de mucho dramatismo. Adam Wheler se reunió con él en París y le pedimos que nos lo contara todo sobre su tardía llegada a la cima del AMA 250. Texto:Adam Wheler, Fotos: Ray Archer, Husqvarna
Hacía tiempo que esperaba que esta entrevista pudiera llegar algún día. Con anterioridad había hablado con Zach Osborne en muchas ocasiones, desde que el piloto de 28 años se enroló en la aventura de correr en MXGP durante cinco temporadas que incluyeron momentos de éxito, visitas al hospital, participaciones en los MXoN o apariciones en los ISDE, un sonado regreso en plan hijo pródigo al AMA… Allí logró tener oportunidades de manos del Geico Honda y del Husqvarna oficial y, por último, y tal vez lo más importante de todo, finalmente entró en el tan deseado por todos programa de entrenamiento de Aldon Baker, lo que finalmente ha supuesto su rampa de despegue hacia los títulos AMA 250 SX (Este) y 250 MX en el espacio de ocho meses.
El piloto del Rockstar Energy Factory Racing, ahora padre de un chico y ex campeón británico de MX (su único título de relevancia tras emerger en la escena profesional con fuerza y perder después la estrella debido a las lesiones y a la falta de un rumbo claro), estuvo en París para el Supercross anual y cerrar así una temporada 2017 en la que no solo mostró al mundo el fruto de todo su talento y duro trabajo, sino que llevó al siguiente nivel en cuanto a popularidad a un piloto que ya tenía mucho carisma en esto de las carreras. Finalmente llegó la hora de diseccionar una campaña en la que por fin todo funcionó a la perfección para el #16.
El viernes por la noche, en el U Arena, se dio una situación que resume muy bien el tipo de persona que es Osborne. Mientras recorría el paddock tras haber completado una ronda de entrevistas para las televisiones, todavía con su equipamiento puesto y sudoroso por haber completado minutos antes una manga al sprint, se detuvo de motu propio ante un pequeño grupo de niños para firmarles camisetas y gorras. Pese a que estaba a menos de veinticinco minutos de la carrera principal del fin de semana y no había tenido tiempo ni para refrescarse, Osborne tuvo tiempo para hacer de aquella la noche de sus vidas. Y tras ello aún se dejó hacer algunas fotos rápidas con los teléfonos de quienes se lo iban reclamando.
El estadounidense se hizo muy popular durante su paso por Europa gracias a su agudo sentido del humor y a una humildad que fácilmente se ganaron la admiración de jóvenes y mayores. Ese estilo de pilotaje vistoso y agresivo, realzado por su relativamente baja estatura, puso el resto para crearle una pequeña gran legión de seguidores.
Era un sábado por la mañana, nos encontramos para tomar un café. Zach no es un fanático de Starbucks (algo que, desde luego, no podemos tenerle en cuenta), pero hay pocas oportunidades como la que se nos daba en esa fría mañana del distrito financiero de La Défense, en la capital francesa.
Tras un espresso doble y una barra de cereales, tenía que reunirse con Baker y Marvin Musquin en el gimnasio del hotel para una suave sesión de entrenamiento, algo muy relajado dentro del cuidadoso y estricto programa de preparación al que se somete. Ambos pilotos se encontraban durante esos días bajo la tutela directa de Baker, pero su fugaz estancia en Francia venía a ser una especie de periodo de descanso activo. Una vez más preguntamos a Osborne sobre la temporada 2017.
Más allá de la clásica historia del tipo “chico bueno que lo hace todo bien y finalmente triunfa”, hay otras historias paralelas que son imposibles de ignorar. Su unión con Baker ha sido tan decisiva en todo ello que el ya de por sí reconocido método de trabajo del sudafricano ha llegado a cotas aún mayores. Que Osborne fuera consciente de su verdadero potencial mientras se enfrentaba a una durísima competencia en la categoría de 250 fue otro de los puntos claves de la historia de la pasada temporada. Y este 2018 lo pasará en los estadios al aire libre del AMA 450 MX. Por encima de todo ello quedará marcado el instante de la penúltima curva, en la última vuelta, en la que superó a Joey Savatgy en Las Vegas para lograr la corona de 250 de la Costa Este, en una carrera en la que tres pilotos se disputaban el título separados por un solo punto. Ese es uno de esos momentos que marcan toda una carrera deportiva.
Hubo gente de tu entorno que tal vez esperaba un año como el 2017, pero que tenía cierto temor a las lesiones o a cualquiera de los contratiempos habituales de las carreras. ¿Tuviste tú esos mismos miedos?
Sí, hubo algunos años que tal vez podrían haber sido tan exitosos como este, o que al menos deberían acabado mejor de como lo hicieron, pero las lesiones o bien otros pequeños detalles que entran en juego me frenaron. La verdad es que mi carrera deportiva ha pasado a ser una especie de juego mental, consistente en poder creer en mí mismo y saber si realmente podía o no lograrlo. El año pasado di un gran paso adelante en ese aspecto, tras pilotar durante el invierno con Aldon y el resto de chicos. Nunca fui el tipo más rápido y, a veces, me resultó difícil digerir bien los contratiempos, de modo que a veces llegaba a ver que estaba pilotando bastante bien, pero que no era lo suficientemente rápido durante todo el tiempo necesario. Eso me empujó un poco a buscar un nuevo nivel. Al comenzar la temporada supe que estaba en condiciones de hacerlo bien, pero no sabía que pudiera hacerlo finalmente tan bien. Tenía claro que llegaba bien preparado, fue el primer año en que pensé “he de conseguir que algo cambie”.
Tu estilo de pilotaje y el modo en que planteas las carreras parecen rezumar autoconfianza a raudales. No creo que muchos rivales te consideren como alguien débil en ese aspecto.
Yo no diría que soy débil… No lo sé, creo que he recorrido un largo camino para llegar al punto que creo que me corresponde, y tengo un entorno con el que me siento muy cómodo. Buena parte de todo esto se debe al equipo en el que estoy trabajando. Es como una familia muy unida, algo que también tuve aquí, en Europa, y eso es algo que eché mucho de menos cuando volví a USA con el equipo Geico. Por lo tanto, se trata de sentirse cómodo y replantearme a mí mismo. Creo que esa es la mayor diferencia respecto a otros años: mi actitud mental y la forma en que veo las cosas.
Parece que tuviste que pasar por muchas etapas distintas antes de encontrar el camino hasta ingresar en el programa de Aldon: correr el Mundial, cambios de equipos en USA, el proyecto ClubMX, te convertiste en padre,…
Por supuesto. Formé parte del ClubMX [N.deR.: una instalación privada de entrenamiento en Carolina del Sur que él respaldaba] durante cuatro años, y era demasiado para mí. Llegó el momento de seguir con eso o centrarme en competir, y elegí la que resultó ser la decisión correcta, obviamente. Cosas como esa tienden a pesar sobre ti, porque este deporte exige que estés comprometido al 100% con tu oficio todos y cada uno de los días. Sentí que una vez que me deshice de algunas de las distracciones que me rodeaban, llegué a un nuevo punto, a un momento culminante en mi vida, porque puedo ir a pilotar, hacer mi trabajo y regresar a casa y ser feliz sin preocuparme de nada más. Antes me pasaba el día pensando en el negocio, en una cosa y en otra, y todo eso me descentró mucho, seguro. Cuando compites a este nivel y estás luchando por lograr mejoras de un 1%, quizá menos, y no lo consigues, probablemente no lo haces porque estás preocupándote por cosas que no corresponden, así que todo el trabajo que haces es en vano.
¿Te fastidiaba que la gente te viera como el piloto del “casi lo logra”, o como el viejo de la categoría al que se le estaban acabando las oportunidades?
No me importaba, aunque sé que mucha gente lo podía pensar. Este año era la primera vez que se me ofrecía la oportunidad de correr en 450, e incluso cuando acabas de ganar un campeonato, no tienes garantía alguna de que te vaya a surgir una oportunidad como esa. Eso supone un gran paso adelante, y no hay muchos pilotos que realmente puedan destacar en 450… Tal vez pudiera haberlo hecho bien, no lo sé. Creo que soy un buen piloto de 450, pero correr en SX es un gran paso. Estaba bastante preparado para hacerlo en 2018, pero Husqvarna quiso que me quedara en la categoría de 250, así que no me importa lo que pueda decir la gente sobre eso: ¡ellos no me pagan, es Husqvarna quien lo hace!
Hablando de 450: si echamos la vista atrás, recordaremos una victoria en una manga clasificatoria del MXoN de 2009 que mostró mucho potencial.
Sí, hubo algunos destellos con la 450, y hace ya casi diez años de eso. Habrá quien diga aquello de “entonces era más joven…”, y lo entiendo, pero creo que aún tendré ocasiones para demostrar mi potencial sobre la 450. Cosas como hacerlo bien en el SX de París me dan confianza sobre qué puedo hacer con la moto grande, incluso a pesar de que no tengo demasiado tiempo para entrenar con ella. Sigo pensando que puedo hacerlo bien en 450.
Las victorias y los podios han ido llegado a través de los años, pero no te habías estrenado en lo de lograr un campeonato, dejando de lado el título británico de 2010. Esta temporada lo has logrado por partida doble. ¿Te presionaste mucho el año pasado repitiéndote aquello de “he de llevarme este título a casa de una vez”?
Sí, pero con el primero, el de SX 250, no hubo demasiado tiempo para pensar, porque las carreras fueron muy intensas y complicadas. ¡Fue tal vez la forma más estresante de ganar un primer título! Creo que tras lo de Las Vegas debí dormir casi tres o cuatro días del tirón, porque estaba mental y físicamente agotado por los acontecimientos que tuvieron lugar. Supuso un gran cambio para mí, no solo en cuanto a la competición en sí, sino también en cuanto a otras obligaciones, como atender a los medios y las redes sociales. Parece que eso sea algo que nunca termina, y cada vez que contesto al teléfono se suma algo más a la lista de cosas pendientes de realizar. Asumir que debía ser así fue una de las cosas más difíciles y a su vez más importantes. A veces resultó más difícil pelear contra lo que sucedía fuera de la pista que lo que pasaba dentro de ella. Fui el personaje con la historia por contar más interesante del año pasado, algo que me resultó bastante extraño al principio.
Pero no eres ajeno a las entrevistas.
No, y no me molestan, me gusta mucho contar mi versión de las cosas, pero… ¡es que ahora hay tantas por hacer…! Después de lo de Las Vegas, debí conceder una treintena en una semana. Supuso un gran cambio para mí. El otro gran cambio vino de ir a cada carrera pensando, en lugar de “tal vez podamos subir al podio”, algo así como “¡oye, vamos a ganar!”. El año anterior nos hubiéramos entusiasmado con una victoria, y al siguiente estábamos persiguiendo el sexto y viendo que dependíamos de nosotros mismos.
¿Cómo se lleva eso? Es la presión del campeonato…
Era exactamente eso. Me podría trasladar mentalmente a los días en que luché por el título británico, pero hablamos en realidad de otro nivel de presión, y con mucho dinero en juego por parte de todos los involucrados. Supone un enorme esfuerzo por parte de mucha gente implicada, y al fin y al cabo, si no ganas, la rueda de ingresos se detiene para todos ellos. En Supercross tuve por delante un reto enorme: tras cuatro rondas, contaba con una ventaja de veinte puntos y mucha gente me daba ya por campeón, y todo se fue al garete en un instante [en Detroit un accidente provocó que se le dañara la rueda delantera y acabase 18º]. En el campeonato outdoor empezábamos de cero, lo gestioné mucho mejor y resultó ser mucho menos estresante al final. Hubo algunos momentos complicados, claro, pero ¡no implicaron ni el 10% del estrés del SX!
Una vez que lo lograste en Las Vegas y tuviste unos días para digerir esa gesta, pasar a luchar sin tanta presión por otro título outdoor te debió hacer sentir reconfortado, algo de aire fresco tras tanto agobio.
Por supuesto. En cierto modo fue casi un alivio cuando fuimos a Hangtown, porque me importaba, pero no me sentía ansioso por ganar ni nada por el estilo. Sentí que el campeonato… bueno, no es que validara toda mi carrera deportiva, pero sí que quitó de encima un gran peso. De repente ya no tenía la necesidad vital de lograr un trofeo importante sobre el que colgar mi gorra para las fotos. He desarrollado una buena carrera deportiva a lo largo de todos estos años, sería buena incluso sin haber ganado ningún campeonato, pero no pasas a dedicarte en pleno a todo esto sin pretender ganar algún día, está claro.
Imagino que las redes sociales comportan obligaciones para una figura pública, pero para un piloto como tú, con un perfil reconocido internacionalmente en las carreras, deben de haber supuesto un modo claro de que el público te muestre su aprecio y te felicite por lo conseguido.
Sí, por supuesto, aunque con las redes sociales siempre se encuentra uno con luces y sombras. Resulta bastante duro leer según qué cosas, porque la mayor parte de la gente no puede entender lo que está en juego en cada momento desde el punto de vista del piloto. No soy un fanático de las redes sociales y no me prodigo demasiado en ellas, probablemente me iría mejor si les dedicase más tiempo. Creo que nos dan a todos un enorme altavoz, una plataforma donde comunicarnos y donde pueden salir a la luz los comentarios de los fans, ya que de otro modo difícilmente te llegarían. Supongo que esa era la intención al principio, cuando se crearon, pero se han distorsionado un poco. Me resulta algo difícil seguirlas, y de no ser algo a lo que estoy obligado por mis contratos, probablemente no las tendría. Disfruto de Instagram, me gusta contemplar las fotos de mis amigos, pero a la vez creo que no vale la pena cargarse con dolores de cabeza porque encuentres en ellas demasiados comentarios negativos que no dejen ver la parte positiva. Y es que, normalmente, lo negativo pesa más que lo positivo porque sientes la necesidad de luchar contra ello, pero cuando lo haces en las RR.SS. es como si te golpearas contra una pared. Puede ser difícil no dejar que nada de eso te afecte, pero en el fondo es mejor intentar recordar siempre que no muchas de las personas que te critican en las redes entenderán una situación concreta.
El vídeo de la última vuelta de Las Vegas puede convertirse en un clásico de las carreras de Estados Unidos, y seguramente podrá seguir contemplándose dentro de muchos años. ¿Cómo te sientes frente a eso?
Es una locura. Mucha gente me ha dicho que fue la mejor carrera de SX de todos los tiempos y es chocante pensar que, en primer lugar, ese fui yo. Y, en segundo, ¡que solamente acabé la carrera el séptimo! No, no fue la mejor carrera de todos los tiempos, pero sí que es cierto que, a título individual, hice la mejor carrera de mi vida para remontar tras la caída inicial. No piloté pensando en poder lograr el título durante buena parte de la manga, porque pensé que si Jordan Smith fallaba, Joey Savatgy ganaría. No hubo ni un instante en que pudiera pensar en remontar lo suficiente como para rematar el campeonato. Cuando me levanté tras la montonera de pilotos de la primera curva pensé solamente en lograr el mayor número posible de puntos, y que ya se vería. A falta de un par de vueltas incluso alguien me devolvió el adelantamiento que le acababa de hacer, así que pensé “vas a quedarte cerca, pero no lo vas a lograr”.
¿Qué emociones viviste?
Fue como estar en una montaña rusa, porque pensé que definitivamente había terminado todo cuando caí en la primera curva. Me caí y pensé que era definitivo, porque el piloto que tenía delante de mí tenía su estribera clavada entre los radios de mi rueda delantera, así que tuve que desengancharme antes de reemprender al marcha. En ese momento tuve claro que mi oportunidad se había desvanecido. Y una vez acabó todo, me sentí completamente agotado. De todos modos, había sido una carrera muy estresante antes del drama final: llegamos allí tres pilotos en un solo punto para decidir el título, algo que los promotores hubieran deseado siempre. El adelantamiento a Savatgy fue una maniobra dura, pero no diría que sucia, porque él hubiera hecho lo mismo, de hecho yo esperaba que hubiese hecho eso mismo. Cualquiera que diga que no hubiese intentado eso es que no es piloto profesional. Si no hubiera aprovechado esa oportunidad, entonces no sé si hubiera podido vivir en paz conmigo mismo.
Retrocede solo media vuelta atrás. ¿Te diste cuenta de que el campeonato podía estar a tu alcance?
Definitivamente no. Incluso en la última vuelta. Debo haber repasado el vídeo de la carrera entera unas cincuenta veces, muchas más veces si contamos ver solo algunos cortes en concreto. Pero cuando regresamos al estadio en la última vuelta nos quedaban cinco curvas, y todavía tenía que pasar a Hayden Mellross y llegar a Joey, que estaba a un buen puñado de metros por delante nuestro. Pasé a Mellross en dos virajes, y cuando entramos en los whoops, me dije: “¡hombre, tal vez pueda…!”. Y tenía por delante dos rectas para llegar hasta él. Piloté tan rápido como pude, sin pensar en nada, y llegué hasta él. La verdad es que todavía no entiendo por qué no se dio cuenta de que yo estaba allí, llegando, no me esperaba…
Ese instante de “quizás pueda” debe haber sido como sentir una explosión dentro de ti. Como correr hacia el árbol para abrir los regalos en Navidad.
¡Lo fue! Toda la carrera me resulta aún un tanto extraña. Puedes leer sobre ello, o ver en las películas ese fenómeno, el consistente en que alguien está totalmente involucrado en algo en un momento dado, y se detiene todo lo demás para su cerebro, no sucede nada más alrededor, dejas de ser consciente de todo lo que sucede. Eso es literalmente lo que fue para mí esa carrera a partir de la primera curva. Mi cerebro hizo algún tipo de “click” y no recuerdo prácticamente nada más de la carrera desde aquel instante. Recuerdo que hubo un momento en que me sentí pilotando a un ritmo endiablado, y que antes de la carrera vi escrita en una puerta una pintada que decía “si quieres lograr algo que no has conseguido antes, debes de hacer algo que nunca antes has hecho”. Pues a lo largo de la carrera se me apareció en la mente en dos ocasiones esa misma cita. Recuerdo un pequeño doble de la primera sección de whoops en el que entré demasiado rápido, pero de algún modo conseguí arreglar eso. Y de ahí a lo que ya conocemos. Fue como si, una vez cruzada la línea de meta, me tuviese que haber despertado de un sueño, resultó casi irreal.
¿Alguna vez te sorprendes viendo el vídeo y te preguntas quién es el que lleva la moto número 16?
¡Sí! Y también me pondré a ver la carrera en el sofá de mi casa y las manos me comenzarán a sudar por los nervios. Ayer, mientras estuve haciendo cardio con Aldon y Marvin a un ritmo constante de 130 pulsaciones por minuto, veía la carrera, y en el instante de cruzar la meta el pulsómetro me dijo que había subido a 147…
¿Qué te ha aportado la pasada temporada en líneas generales? ¿Te ha hecho crecer como piloto? ¿Ha hecho que crezca tu motivación?
Me siento con energías renovadas. Llega un punto en tu carrera en el que sientes que no está pasando lo que buscas, y te lo repites constantemente. Escuchar demasiadas veces la palabra ‘no’ comienza a desgastarte. Pero ahora siento que me quedan por delante otros cuatro o cinco buenos años, siempre y cuando la salud me lo permita. Me encanta lo que hago, y en los últimos años he estado un poco obsesionado con descubrir lo bueno que puedo llegar a ser. No lo digo en ningún caso de un modo arrogante.
Bueno, en eso consiste ser un deportista profesional, ¿no?
Sí. Se trata de hasta qué punto puedo estar implicado en este deporte. Creo que esa ha sido la mayor diferencia para mí: he estado respirando, alimentándome y soñando con el motocross las 24 horas del día. Es en lo único que pienso, ese ha sido mi gran cambio de mentalidad.
¿Eso puede ser también peligroso?
Puede serlo si te encuentras metido en un bache. En 2016 sufrimos algunos problemas hacia el final de la temporada, y en esos instantes me sentí verdaderamente abatido porque mi forma física era buena, estaba entre los primeros tres a cinco cada fin de semana, y finalmente gané una carrera. Pero el fin de semana siguiente sufrí un revés, así que te metes en rincones de los que puede costar salir. Pero creo que si puedes mantenerlo bajo control, y tener cosas en qué apoyarte en los momentos malos, sobre todo hablando de tu familia, pues consigues superar todos los baches.
¿Estás en tu mejor momento?
Física y mentalmente, y también en cuanto a pilotaje: todo está donde creo que debería haber estado hace diez años. Pero también entiendo que el proceso y la forma en que pueden llegar a ir las cosas también es parte de la historia de uno mismo, y probablemente no sería algo tan especial si anteriormente me hubiera resultado todo más fácil. No sería lo mismo si hubiera sido campeón con diecinueve años. Creo que la edad es solo un estado mental, y realmente no me importa. Tengo 28 años, y tal y como me levanto todas las mañanas, no creo que me sienta peor que cuando tenía 16 o 17. O tal vez incluso lo haga mejor, porque estoy más motivado y porque tengo muy claro qué debo hacer para conseguir mis metas.
¿Eres un ejemplo de que a cualquiera le puede llegar su momento? ¿De que no todos los deportistas tienen que explotar forzosamente a los 16, 17 o 18 años?
Exactamente. Supongo que, según lo que consideramos como habitual, yo debería haber sido una de esas personas que, al no haberlo logrado entonces, lo habría dejado. Pero no me rendí tan fácilmente. Veo que mucha gente se topa con algunos obstáculos en su carrera y decide que ahí acabó todo. A veces no son renovados por no triunfar pronto, y creo que esto es también una lección para los equipos. Hay chicos tan buenos como yo, quizás mejores, pero que no han tenido la oportunidad o el entorno adecuados para ponerlos en el lugar necesario para que puedan mostrar su talento.
Algunas decisiones también se deben a la suerte, ese es un factor muy frustrante.
Sí, y a algunos pilotos no parece importarles en qué equipo están. Solo quieren saber cuánto van a cobrar, o si van a contar con algún kit en concreto. Yo soy más partidario de saber con qué personas cuento, necesito tener un buen feedback de quienes me rodean y necesito estar a gusto con todo lo que sucede a mi alrededor. Para mí es algo vital encontrar dónde debes ubicarte, tanto en las carreras como en la vida en general.
¿Qué parte del mérito corresponde a Aldon por ayudarte a alcanzar ese título?
Mucho. Él tiró de algún modo de las riendas. He tenido muchos entrenadores en el pasado, y realmente creía en el trabajo de los anteriores, pero la verdad es que Aldon ha sido el primero que ha logrado que confiara completamente en su trabajo sin cuestionarme nada. Cada noche me acuesto sin haber dudado de lo que me pide, ni me planteo cualquier otra cosa. Voy a trabajar y hago lo que me dice sin pensarlo.
Eso es todo un acto de fe.
Sí, pero también ha supuesto el mayor de mis progresos: tener cero dudas y alcanzar esa confianza total. Traes ese aura contigo consistente en ser “uno de los chicos de Aldon”, que implica que sabes que vas a ser rápido y a estar allí. Eso es en buena parte de donde viene la confianza: te sientes un poco superior.
Así pues, él no está continuamente frente a ti repitiéndote que eres el número uno.
Nunca. ¡No creo que me haya dicho eso ni una sola vez! Nunca confía de más, ni trata de inculcarte nada de eso. ¡La confianza viene del trabajo que haces y del hecho de que su historia está plagada de éxitos! Es fácil llegar a entender eso y creer en él a ciegas.
Por último, tienes tu nombre grabado en los libros de historia de este deporte, y has logrado el reconocimiento, la fama y el dinero. ¿Al seguir con ese legado buscas ahora ser alguien que inspire a nuevas generaciones de pilotos?
Eso espero. Definitivamente no quiero centrar mi vida únicamente en montar en moto. Quiero dejar huella en otros aspectos, como el de lograr ser, simple y llanamente, buena persona. Creo que la gente ve que no tienes que mostrarte como un imbécil para ser un campeón. Espero que la gente me recuerde como un hombre humilde, por ese tipo de cosas. Quisiera poder inspirar a los niños, y también ser un reflejo a seguir para los chicos que puedan encontrarse en mi anterior situación, la de alguien que llega a los 26 años y que en realidad no ha alcanzado sus metas, que lo tiene todo por lograr.